Tuesday, May 8, 2012

Sin mirar atrás

Mi padre heredó de mi abuelo la afición por la fotografía, y me inculcó una cierta tradición de que cualquier momento, sin importar lo cotidiano que parezca, es digno de ser inmortalizado en una foto: es nuestra vida al fin y al cabo. Y desde que tengo acceso a una cámara digital he procurado así hacerlo.

No exagero entonces cuando les digo que la cantidad de fotos que tengo de mis hijas está fácilmente en los miles.

Antes podía dedicar algunas horas de la semana a revisar mis fotos, pero últimamente apenas tengo tiempo de descargar las fotos de la cámara. No voy a pasar dos horas viendo las fotos de mis hijas cuando en esas dos horas están articulando frases nuevas y dando sus primeros pasos. No hay tiempo para mirar atrás, ni para gastarlo en hacer planes: hoy es el momento en el que suceden las cosas, y es el tiempo en el que sus pequeñas vidas me son compartidas al 100%.

Ya llegará el tiempo en el que no necesitarán que estemos tras ellas — ni lo querrán. Entonces ocuparé ese tiempo en esas fotos. Mientras tanto hay que seguir llenando la alcancía de la nostalgia. Click.